quinta-feira, 22 de maio de 2008

8° Domingo do Tepo Comum (Missal Popular)

O desejo de adquirir ou aumentar os bens materiais é legítimo: corresponde às exigências da dignidade humana. Na verdade, para a realização da pessoa e da sociedade, a riqueza e a ordem económica são tão importantes que o desenvolvimento do indivíduo e da família está condicionado pelas suas possibilidades económicas. Por isso, o mesmo "Deus destinou a terra, com tudo o que ela contém, para uso de todos os homens e povos" (G. S.,6). Necessários como um meio, não podem os bens materiais transformar-se num fim, a que tudo se sacrifica. Acima de tudo está o Reino de Deus. O cristão não cai, por isso, no culto da riqueza que domina e escraviza tantos homens. Não usa meios injustos para adquirir a riqueza. No uso dos bens materiais, não se deixa guiar pelo egoísmo. Numa sociedade, em que, tão prodigiosamente, aumentam os recursos materiais, sem que deixe de subsistir a mais escandalosa miséria, o cristão pratica a justiça social, põe em prática a comunicação cristã de bens e promove o progresso social na ordem económica, para que todos os homens possam viver uma vida digna de filhos de Deus.

8° Domingo do Tempo Comum (Catecismo da Igreja Católica§ 302-305)

"Não vos preocupeis tanto com a vossa vida"
A criação tem a sua bondade e a sua perfeição próprias, mas não saiu totalmente acabada das mãos do Criador. Foi criada «em estado de caminho» («in statu viae») para uma perfeição última ainda a atingir e a que Deus a destinou. Chamamos divina Providência às disposições pelas quais Deus conduz a sua criação em ordem a essa perfeição...É unânime, a este respeito, o testemunho da Escritura: a solicitude da divina Providência é concreta e imediata, cuida de tudo, desde os mais insignificantes pormenores até aos grandes acontecimentos do mundo e da história. Os livros santos afirmam, com veemência, a soberania absoluta de Deus no decurso dos acontecimentos: «Tudo quanto Lhe aprouve, o nosso Deus o fez, no céu e na terra» (Sl 115, 3); e de Cristo se diz: «que abre e ninguém fecha, e fecha e ninguém abre» (Ap 3, 7); «há muitos projectos no coração do homem, mas é a vontade do Senhor que prevalece» (Pr 19, 21)...Jesus reclama um abandono filial à Providência do Pai celeste, que cuida das mais pequenas necessidades dos seus filhos: «Não vos inquieteis, dizendo: Que havemos de comer? Que havemos de beber? [...] Bem sabe o vosso Pai celeste que precisais de tudo isso. Procurai primeiro o Reino de Deus e a sua justiça e tudo o mais vos será dado por acréscimo» (Mt 6, 31-33).

DOMINGO VIII DEL TIEMPO ORDINARIO (Dabar)

Contexto. El sermón de la montaña. Mateo lo ha situado tras la invitación de Jesús a seguirle para ser "pescador de hombres". En el evangelio de Mateo, el sermón de la montaña tiene por función explicar qué significa eso de ser pescador de hombres. Texto. Principio general, justificación del mismo y nueva formulación del principio en términos personales y concretos (v. 24).
Consecuencia práctica (vs. 25-34). Díptico vida-alimento, cuerpo-vestido (v. 25). Explicación de la primera tabla del díptico (vida-alimento, vs. 26-27). Explicación de la segunda tabla (cuerpo-vestido, vs. 28-30). Doble conclusión que se saca de las explicaciones (vs. 31-33 y v. 34).
La consecuencia práctica gira en torno al verbo "estar agobiado", que se repite en cinco ocasiones (vs. 25, 27, 28, 31 y 34). La consecuencia práctica se formula de manera directa en la doble conclusión, sobre todo en los vs. 31-33.
El tono de los vs. 25-34 es personal y exhortativo. Son reflexiones afectuosas del Maestro, que saben a coloquio en familia. El estilo espontáneo, la viveza de las interrogaciones, el aliento de profundo sentido poético y humano hacen de estos versículos una página encantadora e inimitable.
Pre-texto. Dios y dinero: dos "amos" con intereses absorbentes y divergentes. Paganos: los no judíos, es decir, todos los que no tienen experiencia del Dios bíblico. Andar agobiado: estado de ánimo de quien, por haber exagerado en el horizonte de su existencia la perspectiva de los bienes materiales, compromete en su adquisición y acrecentamiento las energías del espíritu.
Sensibilidad estética como actitud y lenguaje poético como formulación. Sólo desde estos presupuestos se puede leer y explicar esta página evangélica. Sin estos presupuestos, mejor es renunciar a hablar este domingo. Estamos ante una obra de arte exquisita. ¡Por favor, no la estropeemos!
Sentido del texto. Se puede formular en estas dos proposiciones: el dinero esclaviza la libertad, sometiéndola al servicio de un ídolo (v. 24); el dinero angustia la existencia (vs. 25-34). "¡Pero más la angustia el no tenerlo!" En efecto, así es como hablan los paganos.
Frente a la fascinación del dinero, fácilmente entronizado a categoría de "dios", Jesús hace un llamamiento a la reorientación teocéntrica del vivir humano: "Buscad primero el Reino de Dios y su justicia". "Primero" no encabeza una ordenación cronológica (como si después hubiera necesidad de buscar el alimento y el vestido), sino que señala un valor supremo y único.
¡Gente de poca fe! ¿No radicará aquí nuestro fallo? Es decir, ¿no será que Dios es también para nosotros, los que nos decimos sus hijos, una sigla?

DOMINGO VIII DEL TIEMPO ORDINARIO (ANDRE SEVE)

A Jesús no le gusta la gente preocupada. Es algo que hiere profundamente lo que él vive con el Padre. ¿Cómo imaginarse tan sólo un segundo que el Padre, que ha creado el universo para la felicidad de sus hijos los hombres, pueda dejarlos en la necesidad? "¡Pagano!", le dice Jesús a todo el que se inquieta.
El cristiano-pagano conoce a Dios, pero no el corazón de Dios.
"¡Hombre de poca fe!". Carecemos de fe cuando para ahogar nuestras preocupaciones preferimos contar con nuestra cuenta en el banco más que con Dios.
-¡Al menos, tener confianza en Dios es algo que puede muy bien compaginarse con una prudencia de simple sentido común! Esas historias evangélicas de avecillas y flores del campo son muy bonitas; pero están los fines de mes, las enfermedades, el paro, la preocupación de saber si podremos pagar al pequeño los estudios, el miedo de no poder salir a flote con la exigua pensión que nos queda. En Palestina, en tiempos de Jesús, se podía fiar uno más fácilmente de Dios.
-El problema no es ése; el evangelio es una palabra para nuestras situaciones. Jesús me dice "pagano" o "verdadero hijo del Padre celestial" sabiendo muy bien que tengo que vivir en el mundo de hoy. Y es por mi actitud ante estas dificultades tan actuales por lo que le irrita mi falta de fe.
Porque se trata ciertamente de un problema de fe. No se trata de jugar a mendigos, sino de saber quién es el que nos libera de las preocupaciones: ¿Dios o nuestro talonario de cheques? Nos disgusta este dilema; nos gustaría poder fiarnos de los dos a la vez. Pero Jesús dice: "Nadie puede servir a dos señores".
Y lo dice porque conoce la seducción del dinero. ¡Como la conocemos nosotros! No lo queremos ante todo para vivir honradamente, aunque con sencillez, sino para estar seguros de que no nos faltará; luego lo queremos para gozar de una mayor comodidad, y finalmente es él el que manda en nuestra vida, entregándola a la triple preocupación de ganar, de comprar y de asegurar el porvenir. Entonces, decirle a Dios que nos dé nuestro pan de cada día se convierte sólo en unas palabras mecánicas.
-Pero ¿es que Jesús quiere que nos portemos como gente imprudente e irresponsable? Sabemos muy bien que el problema no es ése. Vemos claramente la pregunta que Jesús nos plantea y nos gustaría soslayarla: "¿Crees que tienes un Padre en el cielo? ¿Sí o no? Si lo creo, he de rechazar esas preocupaciones a la vez inquietantes pero finalmente tranquilizantes porque son algo conocido. ¡Es mucho más terrible sumergirse en lo desconocido de la confianza! Llegar finalmente a decir: "Padre, sé que me amas y ya no tengo miedo de nada" es escoger la paz en un nivel sumamente profundo de nuestro corazón. Una paz muchas veces fácil, afortunadamente, pero que puede exigir heroísmo: "Danos hoy el pan de cada día", se convierte en un acto de fe muy consciente y en un acto de amor. "No os agobiéis por el mañana" es en adelante nuestra sabiduría. Lo que añade Jesús: "El mañana traerá su propio agobio" no está en contradicción con el triple "No estéis agobiados" que precede, sino que lo matiza. Hay una preocupación necesaria por el trabajo, el salario, la enfermedad, el piso que comprar, el retiro que asegurar. Pero esta preocupación no es buena más que cuando se vive en el interior de la confianza en Dios. Y el signo está claro: estar en paz.
Buscar ante todo el reino es buscar ante todo a Dios, volvernos obstinadamente hacia él, estar seguros de que con él podemos salir adelante. Los que se arriesgan a esta confianza realizan una experiencia extraordinaria: la libertad del corazón.