sexta-feira, 27 de julho de 2007

Santa Catarina de Sena (1347-1380)

"Pedi e recebereis"
A tua verdade disse que, se chamássemos, seríamos atendidos, se batêssemos à porta, ser-nos-ia aberta, se pedíssemos, ser-nos-ia dado: ó Pai eterno, os teus servos clamam-te misericórdia. Responde-lhes, pois. Porque eu sei que a misericórdia te pertence e, por isso, não a podes recusar a quem ta pede. Batem à porta da tua verdade porque é na tua verdade, no teu Filho (Jo 14,6), que conhecem o amor inefável que experimentas para com o homem. É por isso que batem à porta. E é por isso que o fogo da tua caridade não poderá, não pode não abrir àqueles que batem com perseverança.
Abre, pois, dilata, quebra os corações endurecidos daqueles que criaste - se não for por causa dos que não batem, que seja ao menos pela tua bondade infinita e por amor dos teus servos que batem à tua porta em favor dos outros. Atende-os, Pai eterno... Abre a porta da tua ilimitada caridade que veio até nós pela porta do Verbo. Sim, eu sei que tu abres mesmo antes de nós batermos porque é com a vontade e com o amor que lhes deste que os teus servos batem e te chamam, para tua honra e para a salvação das almas. Dá-lhes, pois, o pão da vida, isto é, o fruto do sangue do teu Filho único.

COMISIÓN EPISCOPAL DE LITURGIA PERU

Las lecturas que nos propone este domingo, son una invitación a la confianza en Dios, una invitación a tenerlo muy presente en nuestras vidas y a ser capaces de presentarle sin temor nuestros deseos, nuestras preocupaciones y necesidades.
El poder contar con Dios, no quiere decir que tengamos que esperar que él nos resuelva todos los problemas y menos aún que se ponga a favor de nuestros pequeños intereses. Pero sí quiere decir que él nos da la mano en nuestro caminar, nos da fuerza y valor. Es tener a alguien al lado que no nos deja nunca, es poder vivir todo acontecimiento, por duro que sea, acompañado por un amor muy grande, pleno, infinito.
Sería un mal signo que a Dios le pidiéramos solo ayuda y fuerza para nuestras angustias y problemas personales; es por esa razón que el Señor nos deja la oración del Padre Nuestro como modelo perfecto de cómo y con qué actitud debemos dirigirnos a Dios.
En el Padre Nuestro, Jesús nos invita a ser amplios en nuestros deseos y anhelos en la oración. En él se nos presenta lo que debe ser el gran anhelo cristiano: que Dios y su amor estén presentes en nuestras vidas y en el corazón de todos los hombres. En él pedimos que el mundo sea como Jesús lo quiere: que el amor y la fraternidad sean lo que marquen la vida de los hombres y nadie quede al margen de una vida digna; que a nadie falte el alimento de cada día y tampoco el alimento del espíritu, todo aquello que nos ayuda a crecer como personas y como creyentes. Por último, el Padre Nuestro nos hace mirar nuestra realidad débil y pecadora, recordándonos lo importante que es mantenernos en oración para no caer en la tentación.
Jesús nos enseña a pedir confiadamente a Dios que es Padre, amigo y compañero de camino.

PETICION/ORACION PATER: CONTENIDO DOCTRINAL Y ACTUALIZACIÓN

La plegaria de petición es objeto, muchas veces, de equívocos, y de acusaciones de ser poco cristiana. Por lo que respecta a ese último punto, queda contestado con las palabras del Padrenuestro: Jesús nos enseñó a orar "pidiendo" cosas. Y la actitud de todo hombre ante Dios, en cualquiera de las experiencias religiosas de la humanidad, es la de alguien que reconoce su limitación y pide al Otro que se acuerde de él, que lo fortalezca, que lo ayude, a él y a cuantos él ama. La actitud del hombre cristiano, ¿cuál puede ser sino ésta? El cristiano es la persona que, en la fe, vive más fuertemente el sentido de la gratuidad de Dios; por ello su petición fundamental es que Dios mismo esté siempre con él: "¡Venga tu Reino!" O, como dice Jesús según el evangelio de Lucas: "el Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden". La gran petición del cristiano es la "epíclesis", la invocación del Espíritu.
Pero quizás donde puedan formularse las acusaciones, y originarse los equívocos, sea en el campo de las realidades temporales.
Cierto: uno puede hacer una imagen de Dios que actúa en relación con el mundo como si éste fuera un ordenador: todo planificado, todo funciona..., pero en un momento determinado se puede intervenir para corregir el programa, "si uno tiene mucha influencia...", en beneficio de éste o de aquel otro. Esta imagen de Dios desnaturaliza la oración de petición cristiana. No se trata de negar que Dios pueda hacer "signos" de su presencia incluso en las cosas naturales; tendríamos aquí los milagros, que son un testimonio claro de la creación. Pero los milagros no están asegurados por la promesa de Jesús: "Pedid y se os dará".
Lo que está asegurado es que Dios da, se deja encontrar, y abre a quien llama a su puerta. ¿Qué da? La comunión con él, la fidelidad a su voluntad, su Espíritu Santo, como bien fundamental y definitivo que está en la raíz de todo otro bien que legítimamente el hombre puede desear, para él y para los demás.
Hay también otro aspecto, muy profundo, y bien subrayado en una breve homilía del cardenal Ratzinger: el cristiano que ora para que se cumpla la voluntad de Dios, salva la ciudad, porque la ciudad se pierde por falta de justicia. Esta consideración abre los ojos a la plegaria de petición por tantas cosas que dependen de los hombres: la paz, el hambre, la justicia, la libertad, la convivencia y el respeto... Y, en el campo más eclesial, las vocaciones al ministerio y a la vida consagrada, el progreso de las iniciativas apostólicas, etc. Por este camino entramos en la comprensión de que, finalmente, es cierto que siempre pedimos el Espíritu Santo, para que llegue a ser acogida su inspiración en el corazón de los hombres.
La insistencia en la plegaria, subrayada también por Jesús, indica la confianza, y el trabajo personal que debe acompañar a la plegaria. La plegaria de petición no puede ser un recurso intermitente e interesado en los momentos en que se hace imprescindible un S.O.S. La oración de petición se enmarca en una vida de fidelidad a Dios, toda ella empapada por el Padrenuestro.
Tal como san Lucas lo introduce, el Padrenuestro, es el reflejo de la oración de Jesús ("estaba Jesús orando en cierto lugar..."), y por tanto la expresión de una actitud ante Dios a imagen de la de Jesús. Es una oración "profética", que surge hacia Dios en el corazón de la vida.
REFERENCIA SACRAMENTAL Y LITÚRGICA
Es evidente que la aplicación espontánea -en el interior de la celebración- es el sentido de la oración universal o de los fieles. Esta es claramente una oración de petición y de intercesión, entre otras oraciones que también se hacen durante la celebración: p.e., la colecta. Hoy sería una buena ocasión para explicar las cuatro grandes áreas de la oración de los fieles (cfr. Ordenación general del misal romano, 45-47), y compararlas con la plegaria de Abrahán y con el Padrenuestro.
Igualmente, sería bueno destacar de qué forma esta petición que la iglesia hace la manifiesta a sí misma como comprometida a la fidelidad al Señor y al trabajo en favor de los hombres.
Si se quiere subrayar más el texto evangélico, podría acentuarse la seguridad con que la iglesia invoca el Espíritu Santo, en la celebración eucarística. Aquí, ciertamente, Dios escucha siempre la plegaria, tal como nos dijo Jesucristo: "Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo concederá". Por eso, jamás deja Dios de dar a su Iglesia el Espíritu Santo para que todos los que participen del Cuerpo y Sangre de Cristo sean un solo cuerpo y un solo espíritu. (Cfr. Plegaria eucarística III).
PERE TENAMISA DOMINICAL 1983, 14

ALIENACION/ORACION PROVIDENCIA/ALIENACION:

"La idea de que el hombre espera que Dios lo haga todo, conduce inevitablemente a un mal uso, perverso, de la plegaria. Porque, si Dios lo hace todo, entonces el hombre lo pide todo, y Dios se convierte en algo parecido a "un servidor cósmico" a quien llamamos por cualquier necesidad, incluso las más triviales. O Dios es considerado tan omnipotente y el hombre tan desheredado, que la plegaria es un sustitutivo para el trabajo y el pensamiento.
Un hombre me decía: "Creo en la integración, pero no se producirá mientras Dios no lo quiera. Vosotros, los negros, deberíais dejar de protestar y empezar a rezar". Estoy convencido de que necesitamos rezar para obtener ayuda y guía de Dios en esta lucha por la integración, pero nos equivocamos totalmente si creemos que ganaremos esta lucha solamente con oraciones. Dios, que nos ha dado la inteligencia para pensar y el cuerpo para trabajar, traicionaría su propio propósito si nos permitiese obtener por medio de la plegaria lo que podemos ganar con el trabajo y la inteligencia. La plegaria es un suplemento maravilloso y necesario para nuestros débiles esfuerzos, pero es un sustituto peligroso.
Cuando Moisés se esforzaba por guiar a los israelitas hacia la Tierra Prometida, Dios le dijo claramente que no haría por ellos nada de lo que pudiesen hacer solos: "Y Dios dijo a Moisés: ¿A qué esos gritos? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha".(/Ex/14/15). Por consiguiente, no debemos tener nunca la sensación de que Dios, valiéndose de cualquier milagro o de un solo movimiento de su mano, eliminará el mal del mundo. Mientras creamos esto rezaremos oraciones que no tendrán respuesta y rogaremos a Dios que haga cosas que no veremos realizar nunca. La creencia de que Dios lo hará todo en lugar del hombre es tan insostenible como lo es creer que el hombre puede hacerlo todo por sí mismo. También es una señal de falta de fe. Debemos saber que esperar que Dios lo haga todo mientras nosotros no hacemos nada no es fe, sino superstición".
MARTÍN LUTHER KINGLA FUERZA DE AMAR

Es posible

Si el pasado domingo, el evangelio nos proponía como necesaria la actitud contemplativa de María, la hermana de Lázaro, el de hoy nos mete de bruces en la enseñanza de Jesús sobre la oración. Creo que de buena gana y por pura necesidad haríamos nuestra la petición de los apóstoles: "Señor, enséñanos a orar.
Si nos ponemos a la escuela de oración de Jesús el primer descubrimiento que haremos es que Jesús no es un legislador que imponga la obligación de orar u ordene el tiempo y el modo de hacerlo.
En efecto, lo primero y fundamental de la doctrina de Jesús sobre la oración es anunciarnos que Dios no es simplemente Dios sino que es el 'Abba', es decir, es alguien que está pendiente de nosotros, que está esperando que le dirijamos una palabra o una mirada -como diría Santa Teresa-. Exactamente, como el mejor de los padres está volcado hacia su hijo pequeño.
Si recibimos esta buena noticia, todo discurso sobre la oración cristiana tiene que comenzar anunciando que la oración es posible, que siempre es posible -con independencia de nuestra situación moral o sicológica- porque el encuentro no depende de nosotros sino de la constante voluntad del Padre que quiere salir a nuestro encuentro. Haz la prueba. Busca un momento de soledad y silencio interior, repite pausadamente las palabras del Padrenuestro pero diciéndoselas al Padre. Deja que resuene en tu corazón todo su significado y hazlo con la seguridad de ser escuchado que nos garantiza lo que nos dice hoy Jesús en la parábola del evangelio. Independientemente de lo que sientas, ya has tenido un encuentro de oración. El Padre te ha escuchado.
Antonio Luis Martínez

17° Domingo do Tempo Comum Pe. Luiz Carlos de Oliveira (CSsR)

“Ensina-nos a rezar”
Um Pai que é nossoDomingo passado vimos o testemunho de Maria, irmã de Lázaro, que fica aos pés do Senhor ouvindo a Palavra. Agora Ele dá uma catequese sobre a oração. Essa parte do testemunho pessoal: “Jesus estava rezando num certo lugar. Quando terminou, um de seus discípulos pediu-lhe: ‘Senhor, ensina-nos a orar como João ensinou a seus discípulos’” (Lc 11,1). É claro que catequese se dá primeiro pelo testemunho. O Pai Nosso de Lucas é mais sintético do que aquele ensinado por Mateus. Lucas não diz Pai Nosso, mas somente Pai. Está bem dentro da tradição de Jesus, como também nos ensina Paulo, mestre de Lucas. Usa o termo hebraico Abbâ’, insinuando a ternura com que as crianças chamam seu pai – paizinho. Era como Jesus se referia ao Pai. Entramos em Seu coração para a oração. Não se fica num frio apelativo de Pai Nosso, formal, uma oração a ser recitada, mas coração a coração. Ao dizermos santificado, no sentimento de adoração ao Pai, reconhecemos e anunciamos o quanto Ele é bom e grande em amor. Querer que o Nome, isto é, Deus, seja santificado é dizer que seja conhecido e amado. É um sentimento missionário: assumimos ser como o Pai, ser luz para o mundo (Mt 5,14-15). Invocar que venha o Reino significa querer que o Cristo venha com seu Espírito para o meio de nós. Ao pedir o pão, pedimos o pão de cada dia para o corpo, o pão da Palavra e o pão do Sacramento. Ao implorar o perdão dos pecados, imploramos a ação reconciliadora operada pelo Espírito. É uma remissão que atinge a nós no perdão das ofensas, para a recuperação pessoal. Pedimos para sermos livres da tentação. Nela estamos unidos a Jesus pois em sua tentação somos tentados e Nele somos vencedores. A oração de Jesus orienta-nos em nosso processo espiritual e de renovação do mundo.Não muito, mas muitas vezesA catequese sobre a oração continua com a explicação da oração incessante. O Pai atende ao pedido de quem o pede com fé, isto é, com confiança. Dará tudo e mais do que precisamos, pois dá o Espírito, dom infinito, com o qual nos dá todas as coisas. A oração insistente é sinal de nossa união com o Espírito que ora em nós com gemidos inexprimíveis (Rm 8,26). Jesus conta a parábola do amigo inoportuno que ganha o que precisa não pela amizade, mas pela insistência. Deus sempre ouve a oração, de quem quer que seja, como seja, mas desde que seja insistente. A insistência denota a segurança da fé. O Pai do Céu é melhor do que nós quando ouve nossas súplicas. A oração insistente tem uma prova no Antigo Testamento, quando Abraão intercede pelas cidades de Gomorra e Sodoma. Em sua oração insistente tem o modelo do mercado oriental ao pechinchar o preço. Deus aparece com a figura de um comerciante. Rezar não é dizer muitas coisas a Deus, mas dizer muitas vezes a mesma coisa. É insistir, contato com Deus.Respiração da vidaPaulo afirma que o batismo sepultou-nos com Cristo. Fomos com Ele sepultados e com Ele ressuscitados. Essa participação significa para nós vida em Cristo. A situação do cristão não é de busca, mas de aceitar o que se é. Jesus nos trouxe para a vida e a todos nós perdoou os pecados (Cl 2,13). Basta viver essa vida. Lavou nossos pecados com seu sangue e cancelou o contrato que nos condenaria (14). A oração do cristão tem como ponto de partida sua união a Cristo em sua morte e ressurreição. Não podemos deixar de lado o diálogo com o Pai que Jesus abriu para nós pelo caminho da oração. Leituras: Gênesis 18,20-32; Salmo 137; Colossenses 2,12-14; Lucas 11,1-13Ficha:1. No domingo passado ouvimos a narrativa da visita de Jesus às irmãs de Lázaro. Maria contemplava Jesus ouvindo suas palavras. Após esse texto temos a Sua catequese sobre a oração. Parte de seu próprio testemunho. Encontraram Jesus orando e pediram que os ensinasse a rezar. Jesus parte do ponto central: Dialogar com o Abbâ’, Paizinho. A seguir dá pistas por onde passar em nossa oração: Santificado seja o Nome, venha o Reino, dá-nos o pão, perdoa nossos pecados e não nos deixes cair na tentação. A oração passa por diversas etapas e orienta-nos.2. Depois de dizer o que devemos rezar, diz que a oração deve ser incessante, com fé, isto é, com confiança. Deus vai ouvir sempre. O Antigo Testamento oferece o exemplo da prece negociada com Deus por Abraão. Faz parte da oração, insistir. Não dizer muitas coisas, mas muitas vezes as mesmas coisas. 3. Seguindo o texto de Paulo compreendemos que o Batismo nos deu a vida pela morte e ressurreição de Jesus. Trouxe a vida e cancelou nossa condenação. A oração tem como ponto de partida sua união com Cristo que nos abre o caminho da oração. Ela se transforma em um diálogo com o Pai.

17º Domingo do Tempo Comum

Las lecturas de hoy nos hablan de la oración … nos hablan de varios tipos de oración.
En la Primera Lectura (Gn. 18, 20-32) vemos a Abraham intercediendo por los habitantes de Sodoma y Gomorra, tratando de impedir la destrucción de estas dos ciudades, al presentarle a Dios aunque sea diez hombres justos, para que, en atención a esos diez hombres buenos y santos, Dios no destruyera estas dos ciudades.
Sabemos lo que sucedió: Dios terminó destruyéndolas con fuego y azufre. Se salvaron solamente Lot y su familia, seguramente porque era tan generalizada la perversión, que no había en ellas ni siquiera esos diez hombres justos, que Abraham ofreció presentar al Señor.
Notemos cómo comenzó ofreciendo cincuenta justos y terminó su oración ofreciendo sólo diez. Y ni diez hubo. Abraham hacía en este caso oración de intercesión por los habitantes de Sodoma y Gomorra.
En el Salmo (Sal. 137) damos gracias a Dios por haber escuchado nuestras oraciones: Te damos gracias, Señor, de todo corazón. Es decir, en el Salmo hemos hecho una oración de acción de gracias.
En la Segunda Lectura (Col. 2, 12-14) sí aparece un justo: Jesucristo, el Justo entre los justos, que salva -no a dos ciudades- sino a la humanidad entera, con su Pasión y su Muerte en cruz. “Ustedes estaban muertos por sus pecados ... Pero El les dio una nueva vida con Cristo, perdonándoles todos los pecados”. Si bien “el documento cuyas cláusulas nos condenaban” ha sido eliminado con la muerte de Cristo, sin embargo, para poder aprovechar la condonación de esta deuda, cada uno de nosotros deberá colaborar respondiendo a la gracia divina.
El Evangelio (Lc. 11, 1-13) contiene varias partes:
. Una primera parte contiene esa oración que Cristo nos enseñó -el Padrenuestro.
. Una segunda parte en la que el Señor nos recomienda que pidamos para recibir: “Pidan y se les dará”.
. Una tercera parte, que es muy importante, en la que Jesucristo nos dice que el Padre Celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan.
Fijémonos, primeramente, en el Padrenuestro. En esa oración que Jesús nos dejó están contenidas varias formas de oración:
Oración de Alabanza: Padre Nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre.
Oración de Contrición: Es la oración para pedir perdón por nuestras faltas. Perdona nuestras ofensas.
Oración de Petición: Venga tu Reino. Danos hoy nuestro pan de cada día. No nos dejes caer en tentación.
Fijémonos ahora en la frase del Señor: “Pidan y se les dará”. Y vamos a detenernos un poco más en esto, para poder entender el verdadero sentido de esta recomendación, y evitar cualquier confusión al respecto.
Sucede que tendemos a concentrar nuestra atención y -más que todo- nuestro interés en el “Pidan y se les dará”. Pero pasamos por alto, tanto el comienzo del texto que contiene el Padrenuestro, como el final que dice que el Padre Celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan. Y al no tomar mucho en cuenta el comienzo y el final perdemos, entonces, el verdadero sentido de este importante llamado a la oración de petición que nos hace el Señor.
El texto que toca para la Liturgia de hoy viene del Evangelio de San Lucas. Pero este mismo texto ha sido narrado también en forma casi exacta por San Mateo. Fijémonos cómo concluye Mateo esta recomendación del Señor: “... el Padre Celestial, Padre de ustedes, dará cosas buenas a los que se las pidan” (Mt. 7, 11).
Todo el texto es igual en ambos Evangelistas: sólo cambia una palabrita al final: uno dice “dará el Espíritu Santo” y otro dice “dará cosas buenas ... a los que se lo pidan”. Son diferentes las palabras, pero veremos al final que significan lo mismo. Y veremos también que el pedir para recibir no puede ser separado del final: es decir de que Dios dará Espíritu Santo y cosas buenas a los que se lo pidan.
Siempre que hacemos oración de petición es porque tenemos un anhelo que deseamos se cumpla o porque tenemos un plan que deseamos se realice, o porque tenemos una necesidad que deseamos sea satisfecha.
Y más de una vez podría parecer que nuestra oración no ha sido escuchada.
Pero sucede que son muchas las veces que pedimos cosas que no nos convienen y que no coinciden con lo que Dios, nuestro Padre, desea para nosotros sus hijos.
Veamos lo que dicen sobre este mismo tema otras citas de la Sagrada Escritura. “Piden y no reciben, porque piden mal” (St. 4 ,2), nos advierte el Apóstol Santiago en su Carta. Y San Pablo también insiste en esta idea: “Nosotros no sabemos pedir como conviene” (Rm. 8, 26).
Más aún: ¿cómo podemos olvidar las palabras tan importantes del Padre Nuestro: “Hágase tu Voluntad así en la tierra como en el Cielo”? Recordemos que Jesús nos enseña esta oración justamente antes de decirnos “Pidan y se les dará”.
El Catecismo de la Iglesia Católica, que dedica una buena parte de sus páginas a lo que es la oración y cómo debemos orar, nos dice que es necesario orar para poder conocer la Voluntad de Dios. Es decir que necesitamos orar, para poder nosotros pedir lo que está conforme a los planes de Dios, para poder pedir esas “cosas buenas”, a las que se refiere San Mateo, para poder recibir esas gracias de santificación a las que se refiere San Lucas cuando dice que el Señor “dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan”.
Por eso el Apóstol San Juan refiriéndose al mismo tema de la oración de petición escribe así: “Estamos plenamente seguros: si le pedimos algo conforme a su Voluntad, El nos escuchará” (1 Jn. 5, 9).
Resumiendo, entonces: nuestra oración de petición debe siempre estar sujeta a la Voluntad de Dios, como rezamos en el Padre Nuestro: “Hágase tu Voluntad”. Y como rezaba Jesucristo: “No se haga mi voluntad sino la tuya, Padre” (Lc. 22, 42 - Mc. 14, 26).
Adicionalmente, debemos tener en cuenta que en los ambientes “New Age” y del esoterismo se tergiversa esta recomendación del Señor de pedir para recibir.
En efecto, en el mundo del llamado “poder mental” o de la “metafísica” se insiste en que el hombre exija a Dios la satisfacción de sus deseos. Se tiende a confundir “bienestar” con el Bien que es Dios y su Voluntad.
Además, se pretende dar órdenes a Dios, que es nuestro Creador y nuestro Padre -nuestro Dueño- para tratar de lograr la propia satisfacción, lo que nos provoca, lo que deseamos ... y no precisamente las “cosas buenas” que Dios nos quiere conceder.
Esas “cosas buenas” que Dios nos quiere dar no siempre coinciden con nuestros deseos, con nuestros planes, con las cosas que nos provocan, o con las cosas que creemos que son muy importantes y muy necesarias para nuestra vida.
Y, aunque parezca otra la intención, en esta peligrosa corriente del “New Age” que es el poder mental y el control mental, a la larga lo que se obtiene con esa búsqueda de los propios deseos, es la independencia del hombre de su Padre del Cielo. Y esto es todo lo contrario a lo que conocemos por fe a través de la Sagrada Escritura y de la enseñanza de la Iglesia.
Realmente, la Voluntad de Dios se conoce a través de la misma oración. Por eso es importante establecer ese diálogo con el Señor, en el que tratamos de descubrir el misterio de su Voluntad. Cualquiera que sea el tipo o la modalidad de oración que usemos, si la oración es un diálogo sincero para comunicarnos con Dios, para conocer sus deseos y sus planes, para amarlo y para complacerlo, Dios nos va dando esas “cosas buenas” que El, como Padre infinitamente bueno que es, desea darnos para nuestro bien.
En resumen: Dios no siempre nos da lo que queremos, pero siempre nos da lo que necesitamos.