quinta-feira, 16 de abril de 2009

2º Domingo da Páscoa

"A Paz"

A liturgia de hoje apresenta a Comunidade Nova,
que nasce da cruz e da ressurreição de Jesus: a IGREJA.
A sua missão consiste em revelar aos homens
a vida nova que brota da ressurreição.

A 1a Leitura mostra a Comunidade cristã de Jerusalém. (At 4, 32-35)

É um dos sumários dos Atos dos Apóstolos.
Lucas descreve uma comunidade ideal como modelo à Igreja
e às igrejas de todas as épocas:
- É uma Comunidade formada por pessoas diversas,
mas que vivem a mesma fé "num só coração e numa só alma".
Da adesão a Jesus resulta, obrigatoriamente, a comunhão e
a união de todos os "irmãos" da comunidade.
- É uma comunidade que partilha os bens.
Da comunhão com Cristo e dos cristãos entre si, resultam implicações práticas:
a renúncia a qualquer tipo de egoísmo, de auto-suficiência
e uma abertura de coração para a partilha, para o dom, para o amor.
"Tudo entre eles era posto em comum, entre eles ninguém passava necessidade".
- Uma comunidade que testemunha o Senhor Ressuscitado.
Viver de acordo com os valores de Jesus é a melhor forma
de anunciar e de testemunhar que Jesus está vivo.

Resultado: - "O fiéis eram estimados por todos… e crescia cada dia"
* Será que daria para dizer o mesmo de nossas comunidades?

A 2ª Leitura recorda os critérios que definem a vida cristã autêntica:
amar a Deus e por em prática os seus mandamentos. (1Jo 5, 1-6)

O Evangelho apresenta DOIS ENCONTROS da nova Comunidade
com o Cristo Ressuscitado, no cenáculo. (Jo 20,19-31)

É uma catequese sobre a presença de Jesus,
que continua vivo e ressuscitado, acompanhando a sua Igreja:

+ Os Apóstolos estão reunidos, mas "trancados" e
dominados pela incredulidade, pela tristeza e pelo medo.
TOMÉ incrédulo na promessa de Cristo e na palavra dos colegas
é protótipo dos que não valorizam o testemunho comunitário
e exemplo dos que querem ser cristão sem Igreja.
A fé nos chega pela comunidade eclesial.

* Hoje muitos vivem de "portas trancadas". Dominados pelo medo e
pela insegurança, aguardam por melhores dias de justiça e de paz.
O Ressuscitado derruba as trancas e restaura a PAZ e a alegria:
"A PAZ esteja com vocês" (3x).
HOJE, ele nos torna também protagonistas da Paz,
que é conquistada e construída pelo empenho de todos.

+ No 1º Dia da Semana (ou de um novo tempo), após a Morte e Ressurreição.
Com esse primeiro dia, começa o "Dia do Senhor", o DOMINGO…
* O que significa para você o Domingo? É de fato o "Dia do Senhor"?

+ Jesus está no "Centro" da Comunidade,
onde todos vão beber essa vida que lhes permite vencer o "medo"
e a hostilidade do mundo. É a videira ao redor da qual se enxertam os ramos...

+ Confia a Missão: "Como o Pai me enviou, assim eu vos envio…"
Continua acreditando neles… conta com eles… apesar de tudo...
* Na MISSÃO, Ele conta também conosco, apesar de tudo...

+ Inicia uma nova Criação:
"Jesus soprou sobre eles", como Deus na criação do homem (Gen 2,7)
e acrescentou: "Recebei o Espírito Santo".
Com o dom do Espírito Santo, o Senhor ressuscitado inicia um mundo novo
e com o envio dos discípulos se inaugura um novo Israel,
que crê em Cristo e testemunha a verdade da Ressurreição.

+ Institui a Penitência: "Aqueles a quem perdoardes os pecados,
serão perdoados; a quem os retiverdes, ficarão retidos".
* Uma vez perdoados... são enviados a perdoar em nome de Deus.
É um Sacramento tipicamente Pascal: nascido num clima de alegria e de vitória.

+ Como se chega à fé em Cristo Ressuscitado?
A Comunidade é o lugar natural onde se manifesta e irradia o amor de Jesus.
Longe da comunidade, Tomé não acreditou na palavra de Jesus, nem dos colegas.
Sua fé se reacendeu, quando no "Dia do Senhor" voltou à Comunidade
e fez um belo ato de fé: "Meu Deus e meu Senhor".
- E Cristo acrescentou: "Felizes os que acreditam sem ter visto…"

* Tomé representa aqueles que vivem afastados da comunidade,
sem perceber os sinais de vida que nela se manifestam.

- Esse episódio é uma alusão clara ao Domingo...
Lembra as celebrações dominicais da comunidade primitiva e
a nossa experiência pascal que se renova cada domingo...
A experiência de Tomé é possível para os homens de todos os tempos...

* O que significa para você a Eucaristia Dominical?
Aproveita para um encontro pessoal com o Cristo Ressuscitado,
que continua presente "no meio de nós" na comunidade cristã?

A DIVINA MISERICÓRDIA, que hoje celebramos
é garantia e força para o desempenho de nossa missão.
Pe. Antônio Geraldo Dalla Costa

Domingo 2º de Pascua

El Evangelio de este Domingo 2º de Pascua, Fiesta de la Divina Misericordia, nos relata una de las apariciones de Jesús a los Apóstoles, después de su Resurrección. Sucedió que se encontraba ausente Tomás, uno de los doce (cf. Jn. 20, 19-31). Y conocemos la historia. Tomás no creyó. Le faltaba ¡tanta! fe que tuvo la audacia de exigir -para poder creer- meter su dedo en los orificios que dejaron los clavos en las manos del Señor y la mano en la llaga de su costado.
Terrible parece esta exigencia. Y, nosotros, los hombres y mujeres de esta época ¿no nos parecemos a Tomás? ¿No creemos que toda verdad para serlo debe ser demostrada en forma palpable, medible, comprobable ... igual que Tomás? ¿No tenemos como único criterio de la verdad nuestro discernimiento intelectual? ¿No damos una importancia exagerada a la razón por encima de la Palabra de Dios y las verdades de la Fe? ¿No llegamos incluso a negar la autenticidad de la Palabra de Dios y de esas verdades?
¿No podría el Señor reprendernos igual que a Tomás? “Ven, Tomás, acerca tu dedo ... Mete tu mano en mi costado, y no sigas dudando, sino cree”. ¡Cómo quedaría Tomás de estupefacto! Fue cuando brotó de su corazón aquel: “Señor mío y Dios mío” con que hoy en día alabamos al Señor en el momento de la Consagración. Sin embargo, Jesús prosigue, reclamándole a Tomás y advirtiéndonos a nosotros: “Tú crees porque me has visto. Dichosos los que creen sin haber visto”.
FE Y RAZON:
Nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “La Fe es una gracia de Dios y es también un acto humano”. En efecto, la Fe es una virtud sobrenatural infundida por Dios en nosotros. Pero para creer también es indispensable nuestra respuesta a la gracia divina; es decir, también se requiere un acto de nuestra inteligencia y de nuestra voluntad, por el que aceptamos creer.
En una oportunidad cuando los Apóstoles le pidieron al Señor que les aumentara la Fe, El les hace un requerimiento: tener un poquito de Fe, tan pequeña como el diminuto grano de mostaza (cf. Lc. 17, 5-6). Significa que para tener Fe, el Señor nos pide nuestro aporte: un pequeño granito como el de la mostaza, es decir, nuestro deseo y nuestra voluntad de creer.
Esa Fe, entonces, que es a la vez gracia de Dios y respuesta nuestra, nos lleva a creer todo lo que Dios nos ha revelado y, además, todo lo que Dios, a través de su Iglesia, nos propone para creer.
Por eso se dice que las verdades de nuestra Fe están contenidas en la Sagrada Escritura y en la enseñanza de la Iglesia Católica. Y esas verdades no son necesariamente comprobables o comprensibles con nuestra limitada inteligencia humana. Son verdades que creemos por la autoridad de Dios, no por comprobación humana.
Por eso dice el Catecismo: “La Fe es más cierta que todo conocimiento humano, porque se funda en la Palabra misma de Dios ... Y Dios no puede mentir”.
Ahora bien, la primera consecuencia de la Fe es la confianza, pues creer en Dios es también confiar en El. No basta decir: “yo sé que Dios existe”, sino también “yo confío en Dios, yo confío en El y estoy en Sus Manos”. En esto consiste la verdadera Fe. Y confiar en Dios significa dejarnos guiar por El, por Sus designios, por Su Voluntad. Pero ... ¿no es nuestra tendencia más bien tratar de que Dios se amolde a nuestros planes y que -incluso- colabore con ellos?
Pero el Señor nos dice así: “Vuestros proyectos no son los míos y mis caminos no son los mismos que los vuestros. Así como el cielo está muy alto por encima de la tierra, así también mis caminos se elevan por encima de vuestros caminos, y mis proyectos son muy superiores a los vuestros” (Is.55, 8-9).
Por eso decimos: “Hágase Tu Voluntad así en la tierra como en el Cielo” cada vez que rezamos el Padre Nuestro, la oración que el mismo Jesucristo nos enseñó. No se trata, pues, de que sea mi voluntad la que se cumpla, ni mi deseo, ni mi proyecto, ni mi plan. Se trata de buscar la Voluntad de Dios, para irla cumpliendo y para ir siguiendo los planes de Dios para mi existencia. En esto consiste la verdadera Fe y la confianza en Dios.
Las apariciones de Jesús Resucitado a sus Apóstoles antes de su Ascensión al Cielo, fueron varias. Pero ésta de hoy parece muy importante. No sólo el episodio de Santo Tomás la hace destacar, sino también que en esa misma ocasión el Señor instituyó el Sacramento del Perdón o de la Penitencia o Confesión. “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.
¿Será por el recuerdo de la institución del Sacramento del Perdón de los pecados que hoy celebra la Iglesia la Fiesta de la Divina Misericordia? ¿Será por ello que en el Salmo -el mismo del Domingo de Resurrección- cantamos “La misericordia del Señor es eterna”? (Sal. 117).
En efecto, este Domingo que sigue al Domingo de Resurrección es la “Fiesta de la Divina Misericordia”.
FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA:
Es una Fiesta nueva en la Iglesia, que tiene la particularidad de haber sido solicitada por el mismo Jesucristo a través de Santa Faustina Kowalska, religiosa polaca de este siglo, quien murió en 1938 a los 33 años de edad y quien fuera canonizada precisamente en esta Fiesta de la Divina Misericordia del año 2000. Nos dijo el Papa Juan Pablo II el día de la Beatificación de esta Santa de nuestros días: “Dios habló a nosotros a través de la Beata Sor Faustina Kowalska”.
La devoción de la Divina Misericordia ya se ha ido difundiendo bastante en todo el mundo. Incluye la imagen de Jesús de la Divina Misericordia, la Fiesta, el Rosario de la Misericordia, la Novena (se inicia cada Viernes Santo y culmina el Sábado antes de la Fiesta), la Hora de la Gran Misericordia, etc.
Con motivo de este Evangelio y de la Fiesta de la Divina Misericordia, veamos qué nos ha dicho el Señor sobre la Confesión a través de Santa Faustina Kowalska: “Cuando vayas a confesar debes saber que Yo mismo te espero en el Confesionario, sólo que estoy oculto en el Sacerdote. Pero Yo mismo actúo en el alma. Aquí la miseria del alma se encuentra con Dios de la Misericordia. Llama a la Confesión Tribunal de la Misericordia. Y para acogerse a El no nos pide grandes cosas: sólo basta acercarse con fe a los pies de mi representante (el Sacerdote) y confesarle con fe su miseria ... Aunque el alma fuera como un cadáver descomponiéndose (es decir, muerta y descompuesta por el pecado) y que pareciera estuviese todo ya perdido, para Dios no es así ... ¡Oh! ¡Cuán infelices son los que no se aprovechan de este milagro de la Divina Misericordia!”
¿Qué otras cosas nos ha dicho Dios a través de Santa Faustina Kowalska?
“Habla al mundo de mi Misericordia, para que toda la humanidad conozca la infinita Misericordia mía. Es la señal de los últimos tiempos. Después de ella vendrá el día de la justicia. Todavía queda tiempo ... Antes de venir como Juez justo, abro de par en par las puertas de mi Misericordia. Quien no quiera pasar por la puerta de mi Misericordia, deberá pasar por la puerta de mi Justicia”.
Por Teología sabemos que Dios posee todos sus atributos o cualidades en forma infinita. Así es, infinitamente Misericordioso, pero también infinitamente Justo. Su Justicia y su Misericordia van a la par. Pero a través de esta Santa de nuestro tiempo nos hace saber que por los momentos, para nosotros, tiene detenida su Justicia para dar paso a su Misericordia.
No nos castiga como merecemos por nuestros pecados, ni castiga al mundo como merecen los pecados del mundo, sino que nos ofrece el abismo inmenso de su Misericordia infinita.
Pero si no nos abrimos a su Misericordia, tendremos que atenernos a su Justicia. ¡Graves palabras del Señor! Por lo demás, coinciden con su Palabra contenida en el Evangelio ... Y llegará el momento de su Justicia ... Llegará ...
¿Cómo podemos acogernos a su Misericordia? Veamos qué nos ha dicho el Señor sobre la Fiesta de hoy: “Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea un refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores ... Ese día derramo un mar de gracias sobre las almas que se acerquen al manantial de mi Misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas ... Que ningún alma tema acercarse a Mí, aunque sus pecados sean como escarlata” (o sea, muy graves o muy feos).
Con este ofrecimiento del Señor para el día de hoy, quien arrepentido se confiese y también comulgue, acogiéndose a este llamado de la Divina Misericordia, queda como si se acabara de bautizar: totalmente purificado de toda culpa, como si no hubiera cometido nunca ningún pecado. Es el abismo insondable de la Misericordia Infinita de Dios, que no desea la muerte de nosotros, pecadores, sino que nos convirtamos y vivamos para la Vida Eterna, la que nos espera después de esta vida terrenal que ahora vivimos.
Como si fuera poco, aparte de quedar totalmente preparados para el Cielo, purificados de toda culpa, si aprovechamos las gracias que la Misericordia Divina nos tiene para este día, tenemos la promesa del Señor de que recibiremos lo que pidamos en este día de la Fiesta de la Divina Misericordia, siempre que lo que solicitemos esté acorde con la Voluntad de Dios.
Para recibir las gracias otorgadas este Día de la Divina Misericordia, es necesario recibir la Eucaristía y haberse confesado, condición para recibir el perdón total de las culpas y de las penas, que son consecuencia de nuestros pecados.
SEGUNDA LECTURA:
Hemos hablado de Fe, de Perdón y de Misericordia. Nos queda algo importante en la Segunda Lectura (1 Jn. 5, 1-6).
San Juan, Apóstol y Evangelista, es quien nos da más detalles acerca del amor a Dios y el amor al prójimo. Muchas veces se resalta que quien dice que ama a Dios y no ama al prójimo, miente. Pero en este trozo de su Primera Carta, San Juan nos da la otra cara de la misma moneda: “Cuando amamos a Dios y cumplimos sus mandatos, tenemos la certeza de que amamos a los hijos de Dios. Porque guardar los mandatos de Dios es amar a Dios”.
Es decir, para amar a nuestros hermanos, hijos de Dios como nosotros, hemos de amar a Dios primero. Y amar a Dios es complacerlo en cumplir lo que El nos pide en sus mandatos. Así, amando a Dios, amamos también a los hijos de Dios.
Ese amor a Dios con el que nos amamos entre nosotros es lo que hacía que los primeros cristianos vivieran un verdadero espíritu de comunidad, como nos lo narra la Primera Lectura (Hech. 4, 32-35).
¿Qué es lo que distingue a una verdadera comunidad? Nos lo dice elocuentemente esta Lectura: el tener “un solo corazón y una sola alma”. Es decir, tener un mismo pensar y un mismo sentir.
Una verdadera comunidad no se logra con técnicas de dinámica de grupo, ni con aplicaciones de la psicología al funcionamiento de un grupo determinado. La comunidad no la podemos hacer por nosotros mismos, pues quien la hace es Dios, dándole “un solo corazón y una sola alma”. Y es Dios Quien crea en medio de la comunidad un mismo sentir y un mismo pensar, cuando las personas se entregan a El, a amarlo primero a El, haciendo lo que El desea y pide. Es el amor a Dios fluyendo entre las personas lo que hace “comunidad”.

Domingo da Misericórdia

A liturgia deste Domingo apresenta-nos essa comunidade de Homens Novos que nasce da cruz e da ressurreição de Jesus: a Igreja. A sua missão consiste em revelar aos homens a vida nova que brota da ressurreição.Na primeira leitura temos, numa das "fotografias" que Lucas apresenta da comunidade cristã de Jerusalém, os traços da comunidade ideal: é uma comunidade formada por pessoas diversas, mas que vivem a mesma fé num só coração e numa só alma; é uma comunidade que manifesta o seu amor fraterno em gestos concretos de partilha e de dom e que, dessa forma, testemunha Jesus ressuscitado.No Evangelho sobressai a ideia de que Jesus vivo e ressuscitado é o centro da comunidade cristã; é à volta dele que a comunidade se estrutura e é dele que ela recebe a vida que a anima e que lhe permite enfrentar as dificuldades e as perseguições. Por outro lado, é na vida da comunidade (na sua liturgia, no seu amor, no seu testemunho), que os homens encontram as provas de que Jesus está vivo.A segunda leitura recorda aos membros da comunidade cristã os critérios que definem a vida cristã autêntica: o verdadeiro crente é aquele que ama Deus, que adere a Jesus Cristo e à proposta de salvação que, através dele, o Pai faz aos homens e que vive no amor aos irmãos. Quem vive desta forma, vence o mundo e passa a integrar a família de Deus.
cf.www.ecclesia.pt

2º Domingo da Páscoa (Divina Misericórdia)

Comentário ao Evangelho do dia feito por São Francisco de Sales (1567-1622), Bispo de Genebra e Doutor da Igreja Primeiro Sermão para o Pentecostes (rev.)
«Soprou sobre eles e disse-lhes: «Recebei o Espírito Santo»»
Senhor Jesus Cristo, faz com que voltemos a ter «um só coração e uma só alma» (Act 4, 32), porque, nesse momento, far-se-á «uma grande calma» (Mc 4, 39). Minha querida audiência, exorto-vos à amizade e à benevolência entre vós e à paz entre todos; porque, se tivéssemos caridade entre nós, teríamos a paz e o Espírito Santo. É necessário tornarmo-nos piedosos e rezar a Deus [...], porque os Apóstolos eram perseverantes na oração. [...] Se começarmos a rezar fervorosamente, o Espírito Santo virá sobre nós e dirá: «Tranquilizai-vos, sou Eu: não temais!» (cf. Mc 6,50) [...] Que devemos nós pedir a Deus, meus irmãos? Tudo o que for para Sua honra e para a salvação das nossas almas e, numa palavra, a ajuda do Espírito Santo; «Se lhes envias o Teu Espírito [...] renovas a face da terra» (Sl 104 (103), 30) – a paz e a tranquilidade...É preciso que peçamos essa paz, para que o Espírito da paz venha sobre nós. Temos, também, de dar graças a Deus por todos os Seus benefícios, se quisermos que Ele nos conceda as vitórias que são o início da paz; e, para obter o Espírito Santo, temos de agradecer a Deus Pai que O enviou, primeiramente, ao nosso mestre, Jesus Cristo, Nosso Senhor, Seu Filho [...] – porque «todos nós participamos da Sua plenitude» (cf. Jo 1,16) – e porque O enviou aos Seus Apóstolos para que no-Lo comunicassem, impondo sobre nós as mãos. Temos de agradecer ao Filho: tal como Deus, Ele envia-nos o Espírito: sendo Deus, envia Espírito aos que se dispõem a recebê-Lo. Mas, sobretudo, temos de agradecer porque, sendo Homem, nos mereceu a graça de receber o Divino Espírito [...].E como é que Jesus nos mereceu a vinda do Espírito Santo? «Inclinando a cabeça, entregou o espírito» (Jo 19,30); porque, entregando o Seu último suspiro, e o Seu espírito ao Pai, mereceu-nos que o Pai enviasse o Espírito ao Seu corpo místico.