quinta-feira, 15 de maio de 2008

SANTÍSIMA TRINIDAD (J. HUGUET)

Al final de este tiempo en que hemos seguido los misterios del Salvador y hemos recordado todo lo que el Dios Trino ha hecho por nosotros, nos detenemos para volvernos hacia Aquél de quien todo lo hemos recibido. En este sentido, la fiesta de la Stma. Trinidad debería ser la gran fiesta de acción de gracias al Padre, al Hijo y al Espíritu por todo lo que han hecho por nosotros.
La fe cristiana no consiste en una serie de teorías complicadas, sino que, en el fondo, se reduce a unas pocas realidades muy simples pero muy grandes, que, realmente vividas, son capaces de transformar radicalmente nuestra vida y llenarla de sentido. Ser cristiano significa creer y vivir que Dios es un Padre que nos ama, que todo lo ha hecho por nosotros y que jamás nos dejará.
Que, por el amor que nos tiene, en JC "entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna" (evang.); que en Jesús resucitado nos ha abierto a una esperanza sin límites. Y, por el Espíritu, está siempre con nosotros, como compañero de camino (1a.lectura), como Dios del amor y de la paz (2a.lectura), para reafirmarnos en la comunión eclesial y construir junto con nosotros una humanidad nueva. No debemos desdeñar, ciertamente, la explicación doctrinal, pero lo más importante es su profundización existencial. Hablar de la Santísima Trinidad con categorías teológicas es realmente difícil. La solución está en el retorno al lenguaje bíblico. Incluso me atrevería a decir que el lenguaje litúrgico (prefacio), con sus juegos de preposiciones, resulta aún enrevesado para el cristiano corriente. Podemos ver con qué naturalidad habla san Pablo a los cristianos de Corinto de la gracia o salvación de JC, del amor del Padre y del don o comunión del ES (2a.lectura). Y las tres lecturas se limitan a insistirnos en el amor y la bondad de Dios. La Trinidad es misterio de amor y comunión. La Trinidad significa que nuestro Dios no es un Dios solitario, sino que en Dios hay calor familiar. Dios no es único a pesar de ser tres, sino que es único precisamente porque en él son tres que comparten todo lo que son, hasta llegar a realizar aquello que para las personas que se aman siempre será un sueño: sin dejar de ser ellos, ser una misma cosa.
Porque Dios es amor y comunión, crea comunión allí donde se hace presente. Y la comunión será siempre, si no una realidad, sí una exigencia para los creyentes (2a.lectura)
-Un Dios cercano.
Porque Dios es amor y comunión, está siempre con los hombres y establece con ellos una relación personal (recuperación de la doctrina tradicional de la inhabitación de la Trinidad en el alma del justo). La idea es clara en las tres lecturas. Y de un profundo significado para la vida.
-Un Dios que salva y no condena.
Porque Dios es amor y bondad, es un Dios que salva. Convendría aprovechar este texto de san Juan para clarificar posibles equívocos, fruto de una formación defectuosa. Dios no nos ofrece una alternativa: o salvación o condenación. Dios solamente salva. Lo que ocurre -y ahí radica la seriedad de la libertad humana- es que nosotros podemos autoexcluirnos de esta salvación. Dios no castiga a nadie: el castigo, tanto en este mundo como en el otro, no es sino la consecuencia connatural e intrínseca del pecado.
MISA DOMINICAL 1981/12

festa da Santíssima Trindade (Pe. Antônio Geraldo Dalla Costa)

Celebramos hoje a festa da Santíssima Trindade,
Essa festa não um convite para decifrar o "Mistério",
que se esconde por detrás de "um Deus em três pessoas",
mas uma oportunidade para contemplar nosso Deus,
que é amor, que é família, que é comunidade e que criou
os homens para os fazer comungar nesse mistério de amor.

Não é fácil falar de Deus... pela sua grandeza, pela nossa pequenez e
pela idéia que nos passaram na infância, de que esse "Mistério"
é uma coisa difícil que não podemos entender.
Esse Mistério é tão sublime que nunca poderemos compreender em plenitude,
mas podemos e devemos crescer no seu conhecimento...
A própria Bíblia é uma contínua e progressiva revelação de Deus.
E esse Mistério só foi revelado pelo próprio Cristo.

As leituras de hoje aprofundam o tema:

Na 1ª Leitura, Moisés "sobe ao Monte", fala com Deus e intercede
pelo povo, que se afastara de Deus e da Aliança.
"Deus misericordioso e clemente, paciente e rico em bondade e fiel...
Perdoa os nossos pecados... Caminha conosco..." (Ex 34,4b-6;8-9)

Deus de Israel é muito diferente: é Misericórdia: entende seus erros
e os ama em qualquer circunstância, também quando pecam.
Por isso, renova a Aliança com Israel.
Deus é sempre o mistério que a "nuvem" esconde e revela:
notamos a sua presença, mas sem o ver os contornos do seu rosto.
* Para entrar no mistério de Deus, é preciso "subir o monte" da Aliança
e estabelecer comunhão com Deus através do diálogo com ele (Oração)
e da escuta da sua Palavra.

Na 2a Leitura, São Paulo saúda os primeiros cristãos
com uma fórmula trinitária, que repetimos ainda hoje no início das Missas:
"A graça de Nosso Senhor Jesus Cristo, o amor do Pai
e a comunhão do Espírito Santo estejam convosco". (2Cor 13,11-13)

- O PAI é aquele que tomou a iniciativa de salvar os homens,
destinando-os a uma felicidade eterna, na sua família;
- O FILHO é aquele que realizou essa obra de salvação,
com a sua vinda ao mundo e a sua fidelidade até a morte;
- O ESPÍRITO, o Amor que une o Pai com o Filho,
é aquele que foi infundido no coração de todos os cristãos no Batismo.




O Evangelho revela a verdadeira face de Deus. (Jo 3,16-18)

- "Deus amou de tal forma o mundo que lhe DEU O SEU FILHO unigênito..."
* O Amor de Deus enviou seu Filho aos homens, tornando-se um deles.
- "Deus não o enviou ao mundo para JULGAR, mas para SALVAR".
* Deus ama o homem, mesmo aquele que continua pecador...
- "Quem não crê, JÁ ESTÁ CONDENADO".
* Segundo João, o juízo será feito AGORA pelo próprio homem,
toda vez que acolhe ou recusa a proposta de salvação que Deus lhe faz.

Por que Deus revelou esse Mistério?
Com certeza, não foi para criar um problema na sua compreensão.
Porque nos ama, ele revela os segredos íntimos da vida divina e
e nos INTRODUZ NA SUA FAMÍLIA.
Ele age como um jovem que ama uma moça e,
antes de casar com ela e conduzi-la à sua casa,
sente-se na obrigação de apresentá-la aos seus familiares.

Que verdade consoladora!...
- Em nós está o PAI, que nos chamou do nada, nos insuflou o sopro da vida,
nos deu um nome, nos confiou uma missão.
- Em nós está o FILHO, que entregou sua vida por nós.
- Em nós está o Espírito Santo que nos ilumina e fortalece nos caminhos de Deus.
E toda essa maravilha veio até nós pelo Batismo.

Ter esse tesouro precioso dentro de nós é uma dignidade,
que deve provocar em nós três atitudes:
- ADORAÇÃO: Como não dar glória, bendizer e agradecer
o hóspede divino, que faz de nossa alma um verdadeiro Santuário?
- AMOR: Deus, apesar de sua grandeza, fica conosco como um pai amoroso.
Como não corresponder a seu amor?
- IMITAÇÃO: O Amor nos levará à imitação da Santíssima Trindade,
dentro do possível de nossa pequenez...

Por que essa Festa?
Não é tanto para desenvolver a doutrina do Mistério da Trindade,
mas um momento para relembrar de onde viemos e
a comunhão que devemos restaurar em nós,
para sermos de fato a sua imagem e semelhança.

Somos chamados a ser reflexos da Santíssima Trindade,
sinais de comunhão, de partilha e esperança,
num mundo tão dividido, individualista e desesperançado.

Renovemos nossa fé, recebida no Batismo em nome da Trindade,
cantando: Prometi...

Solemnidad de la Santísima Trinidad

El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio de un solo Dios en tres Personas. Así lo aprendimos en el Catecismo. Es un misterio imposible de entender y de captar cabalmente, menos aún de explicar. Y esto es así, pues se trata de la esencia misma de Dios, imposible de explicar con nuestro limitado intelecto humano.
Muchos Teólogos que lo han estudiado han tratado de hacerlo accesible al hombre común. Y han tratado de explicar lo de las Tres Personas y un solo Dios mediante diversos símiles, tratando de ponerlo al alcance de todos. Uno de estos símiles, tal vez el más convincente, es el de comparar a las Tres Divinas Personas con tres velas encendidas, cuyas llamas se unen formando una sola llama. Todas las comparaciones humanas, sin embargo, quedan cortas, como es todo lo humano al referirlo a la infinidad de Dios.
¿Por qué es esto así? Porque la Santísima Trinidad es el más grande de los misterios de nuestra fe. Y por eso es imposible de ser comprendido por nosotros, pues nuestro limitado intelecto humano, es ¡tan pobre para explicar las cosas de Dios!
El Misterio de la Santísima Trinidad es una verdad que están muy ... muy por encima de nuestras capacidades intelectuales, pues entre nuestra inteligencia y la Sabiduría de Dios existe una distancia ¡infinita!
Se cuenta que mientras San Agustín se encontraba preparándose para dar una enseñanza sobre el misterio de la Santísima Trinidad, le pareció estar caminando en la playa frente a un mar inmenso. Vio de repente a un niño que se distraía recogiendo agua del mar con una concha de caracol y tratando de vaciarla en un hoyito que había hecho en la arena. Al preguntarle San Agustín qué estaba haciendo, el niño le respondió que estaba tratando de vaciar el mar en el hoyito. San Agustín, por supuesto, se dio cuenta de que era imposible que el niño lograra esa absurda pretensión. Entonces le dijo al niño: “Pero, ¡estás tratando de hacer una cosa imposible!” Y el Niño le replicó: “Esto no es más imposible de lo que es para ti meter el misterio de la Santísima Trinidad en tu cabeza”. Y con estas palabras el “Niño” desapareció.
Así es nuestro intelecto: tan limitado como es el hoyito para contener el agua del mar, sobre todo cuando trata de explicarse verdades infinitas como este misterio.
Sin embargo, lo importante de este misterio central de nuestra fe no es explicarlo, sino vivirlo. Y aquí en la tierra somos llamados a participar de la vida de Dios Trinitario. Ciertamente, mientras estemos aquí en la tierra, podremos vivir este misterio de una manera oscura ... incompleta.
Sin embargo, en el Cielo podremos vivirlo a plenitud, porque veremos a Dios tal cual es. En efecto, nuestro fin último es la unión para siempre con Dios en el Cielo.
Pero desde aquí en la tierra podemos comenzar a estar unidos a la Santísima Trinidad y a ser habitados por las Tres Divinas Personas. Recordemos lo que Jesucristo nos ha dicho: “Si alguno me ama guardará mi Palabra y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él” (Jn.14, 23).La Santísima Trinidad es, entonces, uno de los misterios escondidos de Dios, que no puede ser conocido a menos de que Dios nos lo dé a conocer. Y Dios nos lo ha dado a conocer revelándose como Padre, como Hijo y como Espíritu Santo: Tres Personas distintas, pero un mismo Dios.
Y Dios comienza a revelarse como Trinidad poco a poco, pero desde el principio. Desde el segundo versículo de la Biblia, desde el momento mismo de la creación, vemos una alusión al Espíritu Santo: “el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas” (Gen. 1,2).
Luego es Jesucristo mismo quien nos lo da a conocer. El primer momento en que se revelan las Tres Personas juntas fue en el Bautizo de Jesús en el Jordán. “Una vez bautizado Jesús salió del río. De repente se le abrieron los Cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba como paloma y venía sobre El. Y se oyó una voz celestial que decía: ‘Este es mi Hijo, el Amado, en el que me complazco’ ” (Mt. 3, 16-17).
Posteriormente Jesucristo al dar el mandato de evangelizar a sus Apóstoles, les ordena bautizar “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt. 28, 18).
Aunque las Tres Divinas Personas son inseparables en su ser y en su obrar, al Padre se le atribuye la Creación, al Hijo la Redención y al Espíritu Santo la Santificación. Es así como el Espíritu Santo en su obra de santificación en cada uno de nosotros, nos va haciendo cada vez más semejantes al Hijo, y el Hijo nos va revelando al Padre y nos va llevando a El. Así nos dice Jesús: “Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquéllos a quienes el Hijo se los quiera dar a conocer” (Mt. 11, 27).
Recordemos nuevamente, entonces, que lo importante de este misterio central de nuestra fe no es explicarlo, sino vivirlo. Y recordemos que aunque aquí en la tierra somos llamados a participar de la vida de Dios Trinitario de una manera oscura, incompleta, en el Cielo podremos vivirlo a plenitud, porque veremos a Dios tal cual es.
¿Cómo, entonces, podemos vivir este misterio desde ya aquí en la tierra? En las citas de la Sagrada Escritura que hemos recordado podemos ver la clave: el Espíritu Santo va realizando su obra de santificación en cada uno de nosotros.
¿En qué consiste esa obra de santificación? Es la labor del Espíritu Santo, por la cual nos va haciendo cada vez más semejantes al Hijo, a Jesucristo. Esto lo hace el Espíritu Santo si se lo permitimos; es decir, si somos perceptivos a sus inspiraciones, si somos dóciles y obedientes a esas inspiraciones. Y esas inspiraciones siempre nos llevan a buscar y a cumplir la Voluntad de Dios.
¿Cómo percibir las inspiraciones del Espíritu Santo? ¿Cómo ser dóciles y obedientes a esas inspiraciones? La clave está en la oración -la oración sincera. La oración nos abre al Espíritu Santo y nos hace captar esa suave brisa que es El. Debemos orar para escuchar al Espíritu Santo. Debemos orar para permitirle que haga en cada uno de nosotros su obra de santificación.
Así podremos vivir desde la tierra este misterio de la unión de nosotros con Dios. Y esa unión de nosotros con Dios no se queda allí, sino que tiene, como consecuencia segura, la unión de nosotros entre sí.
Tal vez con esta explicación se nos haga más fácil comprender esa bellísima y conmovedora oración de Jesús durante la Ultima Cena con sus Apóstoles, cuando rogó al Padre de esta manera: “Que ellos sean uno, Padre, como Tú y Yo somos uno. Así seré Yo en ellos y Tú en Mí, y alcanzarán la perfección de esta unidad” (Jn. 17, 21-23). ¡Unidos cada uno de nosotros al Dios Trinitario, para así estar unidos entre nosotros por Dios mismo!
Que al meditar la profundidad del Misterio de la Santísima Trinidad, podamos vivir lo que nos dice San Pablo al final de la Segunda Lectura (2 Cor. 13, 12-13), que es esa frase trinitaria importantísima que repetimos al comienzo de cada Misa: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con todos nosotros”. Y que así podamos comenzar a vivir nuestra unión con la Santísima Trinidad y la unión de nosotros entre sí, pues es ese Dios Trinitario Quien nos une. ¡Que así sea! ¡Amén!

Domingo da Santíssima Trindade

A Festa que hoje celebramos não é um convite a decifrar o mistério que se esconde por detrás de «um Deus em três pessoas»; mas é um convite a contemplar o Deus que é amor, que é família, que é comunidade e que criou os homens para os fazer comungar nesse mistério de amor. Na primeira leitura, o Deus da comunhão e da aliança, apostado em estabelecer laços familiares com o homem, auto-apresenta-se: ele é clemente e compassivo, lento para a ira e rico de misericórdia. Na segunda leitura, Paulo expressa – através da fórmula litúrgica «a graça do Senhor Jesus Cristo, o amor do Pai e a comunhão do Espírito Santo estejam convosco» – a realidade de um Deus que é comunhão, que é família e que pretende atrair os homens para essa dinâmica de amor. No Evangelho, João convida-nos a contemplar um Deus cujo amor pelos homens é tão grande, a ponto de enviar ao mundo o seu Filho único; e Jesus, o Filho, cumprindo o plano do Pai, fez da sua vida um dom total, até à morte na cruz, a fim de oferecer aos homens a vida definitiva. Nesta fantástica história de amor (que vai até ao dom da vida do Filho único e amado), plasma-se a grandeza do coração de Deus.
www.ecclesia.pt