quinta-feira, 13 de setembro de 2007

DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO

1. SITUACIÓN LITÚRGICA.
Por segunda vez, en este ciclo de Lucas, la lectura evangélica propone la parábola del hijo pródigo, o de la misericordia del Padre. No obstante su presencia en este domingo tiene aspectos diversos de los que tenía en el cuarto domingo de Cuaresma. Entonces se leía únicamente la parábola del hijo pródigo; hoy, en cambio, se trata de las tres parábolas de la misericordia; incluso se sugiere la posibilidad de omitir la tercera. Entonces la lectura se hacía en el contexto del misterio de la reconciliación; hoy se hace en el interior del proceso de la lectura continua de Lucas, como una de las enseñanzas típicas recogidas por este evangelista, y plenamente integradas en su peculiar catequesis. Jesús es el salvador de los pecadores, y el cumplimiento de esta misión es motivo de alegría escatológica (nótese que se da cierto paralelismo entre esta afirmación y la que Jesús hace en relación con la misión de los setenta y dos, Lc 10,20). Pero la primera lectura acentúa sobre todo la misericordia de Dios para con su pueblo, y el salmo responsorial tiene como respuesta precisamente las palabras de arrepentimiento y conversión del hijo. Por ello, si se omitiera la lectura de la tercera parábola, el conjunto de las lecturas quedaría bastante inconexo. La segunda lectura -primer fragmento de 1 Tm- está probablemente seleccionada en función del evangelio: "Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores..."
CONTENIDO DOCTRINAL.-Es muy difícil que la predicación de hoy no se convierta en una repetición de la del cuarto domingo de Cuaresma, o de la del domingo undécimo (la pecadora del banquete del fariseo). Por eso habrá que precisar la orientación. La propuesta es la siguiente: Centrar la predicación en la misericordia de Dios, siguiendo la magnífica línea de la encíclica "Rico en misericordia". Es un tema que, como reconoce el mismo Juan Pablo II, "no tiene muy buena prensa". Dice el papa: "Es necesario que siempre se descubra el rostro genuino de la misericordia. A pesar de los múltiples prejuicios, se presenta particularmente necesaria en nuestros tiempos".
Es especialmente interesante -para la interpretación de las parábolas de la misericordia- el párrafo 6 de la Encíclica: "Reflexión particular sobre la dignidad humana". La tesis de este párrafo es que la misericordia, lejos de ser algo que "difama a quien la recibe y ofende la dignidad del hombre", es, en cambio, la recuperación de la dignidad humana, en la que el Dios creador y el hombre hijo de Dios se reencuentran en una misma alegría.
JUAN-PABLO-II "El padre es consciente de que se ha salvado un bien fundamental: el bien de la humanidad de su hijo. Aunque éste había dilapidado el patrimonio, ha quedado, sin embargo, salvada su humanidad. Más aún: de algún modo ésta se ha recuperado. En el mismo capítulo 15 del evangelio de san Lucas leemos la parábola de la oveja perdida y después la de la dracma recuperada. En ellas se pone siempre de relieve la misma alegría que en el caso del hijo pródigo. La fidelidad del padre a sí mismo está totalmente centrada en la humanidad del hijo perdido, en su dignidad. Así se explica por encima de todo la alegre conmoción por su regreso a casa".
El camino de la Iglesia es también un camino de penitencia, durante el cual el cristiano puede confiar constantemente en la misericordia de Dios. La misericordia -que tiene una incidencia peculiar en el sacramento de la penitencia- debe vivirse y recibirse con la alegría celestial de que habla el evangelio de hoy. Sería bueno insistir, siguiendo las indicaciones del Papa, en la importancia de este tema para la vida cristiana, y exhortar a los fieles a plantearse la participación en este sacramento.
REFERENCIA SACRAMENTAL.-Continuando la referencia a la encíclica "Rico en misericordia", se puede mostrar, con Juan Pablo II, que la resurrección de Jesús es la máxima manifestación de la misericordia divina, puesto que en ella se nos manifiesta el amor que es más fuerte que la muerte. Por este camino, la Eucaristía sigue poniéndonos a nuestro alcance este testimonio supremo, y nos invita a participar en él.
También entraría en la dinámica de la homilía destacar el carácter de fiesta a causa del perdón que es propio de la Eucaristía, explicar qué sentido tiene implorar la misericordia de Dios en la celebración.
PERE TENAMISA DOMINICAL 1983, 17

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