sexta-feira, 27 de julho de 2007

Es posible

Si el pasado domingo, el evangelio nos proponía como necesaria la actitud contemplativa de María, la hermana de Lázaro, el de hoy nos mete de bruces en la enseñanza de Jesús sobre la oración. Creo que de buena gana y por pura necesidad haríamos nuestra la petición de los apóstoles: "Señor, enséñanos a orar.
Si nos ponemos a la escuela de oración de Jesús el primer descubrimiento que haremos es que Jesús no es un legislador que imponga la obligación de orar u ordene el tiempo y el modo de hacerlo.
En efecto, lo primero y fundamental de la doctrina de Jesús sobre la oración es anunciarnos que Dios no es simplemente Dios sino que es el 'Abba', es decir, es alguien que está pendiente de nosotros, que está esperando que le dirijamos una palabra o una mirada -como diría Santa Teresa-. Exactamente, como el mejor de los padres está volcado hacia su hijo pequeño.
Si recibimos esta buena noticia, todo discurso sobre la oración cristiana tiene que comenzar anunciando que la oración es posible, que siempre es posible -con independencia de nuestra situación moral o sicológica- porque el encuentro no depende de nosotros sino de la constante voluntad del Padre que quiere salir a nuestro encuentro. Haz la prueba. Busca un momento de soledad y silencio interior, repite pausadamente las palabras del Padrenuestro pero diciéndoselas al Padre. Deja que resuene en tu corazón todo su significado y hazlo con la seguridad de ser escuchado que nos garantiza lo que nos dice hoy Jesús en la parábola del evangelio. Independientemente de lo que sientas, ya has tenido un encuentro de oración. El Padre te ha escuchado.
Antonio Luis Martínez

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