quarta-feira, 20 de fevereiro de 2008

domingo III de Cuaresma

Es un conjunto de textos claramente "tematizados" en función del Evangelio, que es el texto fundamental que guiará toda la celebración del primer escrutinio. La idea clave del conjunto es "JC ofrece el Don de Dios que llega al corazón del hombre".
La imagen central es el don del agua al sediento (1a lectura y evangelio) y las realidades significadas son la Palabra de Dios que conduce a la fe (salmo y evangelio) y el Espíritu derramado en el corazón de los hombres (2a lectura y evangelio) Desde el punto de vista del corazón humano, se hace una descripción de sus tinieblas: falta del sentido de Dios (1a lect.), endurecimiento del corazón (salmo), enemistad, amor descarriado; pero también de su capacidad de apertura y de deseo de verdad (evang). La centralidad de Jesús en el conjunto es clara: es el gran protagonista. Se presenta en la totalidad de su persona. Es capaz de cansarse, de sentarse fatigado y rendido a mediodía, de tener sed... y al mismo tiempo capaz de anunciar el don mesiánico del Espíritu, fruto de su resurrección, y de presentarse como la plenitud de adoración del Padre.
-Análisis doctrinal del prefacio.
El texto del prefacio propio de este domingo del ciclo A constituye una filigrana doctrinal, aunque a primera vista parecería un juego de palabras. Cuatro palabras juegan en el conjunto: sed, fe, agua, fuego. El actor es JC, nuestro Señor.
Él pide agua (es el punto de partida) y "crea" la fe en el corazón de la samaritana (in ea fidei donum ipse creaverat); tiene sed de la fe de la samaritana, y por eso enciende en su corazón el fuego del amor divino (fuego que producirá, en la samaritana, la fe como sed de Dios). Por parte de Jesús, pues, hay una petición explícita -el agua para beber- que significa una realidad espiritual -un corazón ardiente de caridad. De una sed material se pasa a una sed mesiánica: el deseo de ver difundido el Espíritu en el corazón de los hombres.
En el diálogo evangélico, este entramado de imágenes se encuentra en las palabras de Jesús: "...el que beba del agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna". Entonces resulta claro el paralelismo con el Apóstol: "...el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado".
SED-MESIANICA. Con razón, se pone en relación la escena de la samaritana con el "Tengo sed" de la cruz. También allí, tiene sed material -comprensible- pero al mismo tiempo está proclamando la sed mesiánica: "Tengo sed de ver al Espíritu difundido en el corazón de los hombres, para que puedan tener sed de Dios, es decir, amarlo con deseo ferviente". Su obra redentora a través de la cruz recibe así su consumación, una vez Él había cumplido todo lo que era necesario según las Escrituras. El "Tengo sed" sería, como una gran epíclesis de Cristo sobre la humanidad, invocando sobre ella el don del Espíritu.
-Aplicaciones
Una primera aplicación, en la línea del tema de los escrutinios, es invitar a examinar nuestro corazón: ¿es como el de los israelitas, duro y rebelde, desconfiado de la presencia de Dios en la vida? ¿está abierto a la palabra del Señor para seguir sus caminos? ¿Qué hacemos de especial durante la Cuaresma, para intensificar el contacto con la Palabra de Dios? ¿Nos damos cuenta, en acción de gracias de los dones que Dios nos ha hecho, por JC, en el Espíritu Santo? Y en consecuencia, ¿tenemos el sentido del pecado como alejamiento de Dios y como rechazo de sus dones? ¿Cómo alimentamos esta llama del Espíritu que hay en nosotros? ¿De qué tenemos sed, exactamente? ¿O estamos demasiado satisfechos...? ¿Qué conciencia tenemos de estar bajo la gratitud de Dios? Una segunda aplicación, sugerida por la colecta de hoy, es la práctica de las obras de penitencia, como manifestación y ejercicio de conversión. Dar de beber al sediento adquiere, hoy, un sentido altamente simbólico, que va desde la atención a los pobres hasta el testimonio de la vida cristiana, la enseñanza religiosa, la evangelización...
-Introducción a la Eucaristía
Lo que Jesús realizó con la samaritana, continúa haciéndolo con los catecúmenos y los fieles, con la Iglesia, actualizando en cada celebración el misterio de su pascua para nosotros.
Que su acción sea tan eficaz en nosotros como lo fue en el corazón de la samaritana (quod in nobis mysterio geritur, opere impleatur). Es el fruto de la Eucaristía, prenda desde ahora del misterio celestial (postcomunión).
PERE TENAMISA DOMINICAL 1990/06

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